jueves, 25 de octubre de 2007

Adolescencia y Vestuario


Recibí la siguiente pregunta de una lectora:

Doctor: ¿Desde qué edad es positivo permitir que los niños y niñas se vistan a su manera, que desarrollen una identidad, aunque a los padres no nos guste eso?

Mi respuesta fue la siguiente:


Para enfrentar este tema es importante situarse en el contexto de la adolescencia, lo que no deja de ser un desafío, en gran medida porque nuestra sociedad considera a los jóvenes como seres en transición ente la niñez y la adultez. Claro, sólo eso, una transición, sin existencia ni trascendencia propia, sino una mera superación de la infancia y una preparación para lo que realmente importa: la vida adulta.
Cuando vemos a un joven con conductas diferentes, nada más nos llama la atención su conducta, sin adentrarnos en su verdadero mundo interior. El problema parte de las definiciones:
Según Wikipedia, “la adolescencia es un continuo de la existencia del individuo, en donde se realiza la transición entre la infancia y la edad adulta. Este periodo de la vida se identifica con grandes cambios en las esferas biológicas, psicológicas y sociales del ser humano. A diferencia de la pubertad, que comienza a una edad determinada (a los 9 años en las niñas y 11 en los niños aproximadamente), debido a cambios hormonales, la adolescencia puede variar mucho en edad y en duración en cada individuo, pues está más relacionada con la maduración de la psiquis del individuo y depende de factores psico-sociales más complejos. La adolescencia es un fenómeno cultural y social y por lo tanto sus límites no se asocian fácilmente a características físicas.”
Vemos varios prejuicios en esa definición, la que es universalmente usada. Para empeorar las cosas, suele pensarse que el término “adolescencia” deriva del vocablo “adolecer”, que según la Real Academia de la Lengua, significa:
1. Causar dolencia o enfermedad.
2. Caer enfermo o padecer alguna enfermedad habitual.
3. Tener o padecer algún defecto (Adolecer de claustrofobia).
Esto es incorrecto. En realidad, la palabra deriva del significado latino del verbo adolecere. Fíjense como los términos latinos y la etimología nos proporcionan una gran ayuda para entender esta situación: Como señalábamos, tanto la palabra “Adolescente” como “Adulto” derivan del verbo latino adolecere, cuyo significado es “crecer”, “desarrollarse”. De este modo, “Adolescente” deriva del participio presente que es activo; por tanto es el que está creciendo; mientras que “adulto” deriva del pasado, es decir, el que ya ha crecido.
Cuando entendemos las cosas de este modo, las costumbres o conductas de los adolescentes dejan de ser sólo una contestación o un llamado de atención asociada al mundo de los adultos: son legítimas, tienen existencia por sí mismas, por lo tanto, debemos analizarlas en un contexto. De otro modo, estaríamos más preocupados de la ropa (poleras anchas, blue-jeans a la cadera o más abajo, telas raídas), que de la persona que toma la decisión de cómo vestirse, lo que nos llevará a aumentar los sentimientos de incomprensión y la brecha dada por nuestra diferencia generacional.

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